21 de noviembre de 2020

En caída Libre. Capitulo 3: El encuentro.

Capítulos anteriores: Aquí

Eva se separó bruscamente, se incorporó y acomodó su vestido.
Juan se quedo inmóvil boca arriba viendo la situación. No lograba ver los rasgos de Eva ya que el sol le daba directo a los ojos.
Por el contrario Eva pudo observar a Juan. Un atractivo desaliñado morocho de ojos cafés. Se notaba que era un hombre de trabajo, su musculosa dejaba en descubierto sus fuertes brazos.
Por su parte Juan, sintió la mirada inquisidora de Eva. Se incorporó rápidamente. Y la vio, detenidamente por primera vez. Eva tenia el pelo rojizo, prolijamente recogido en un rodete. Su vestido era blanco, pulcro. Tenia pecas, que su prolijo maquillaje no había logrado ocultar. Los ojos quizás era lo que mas le llamaron la atención. No solo por el hermoso color verde de los mismos, sino por la mirada triste que los enmarcaba.
Eva entendió que no sólo no había logrado su cometido, sino que había quedado un testigo en la escena. Pronto sintió vergüenza, alguien lo sabía. Juan pudo ver en los ojos de Eva todos estos sentimientos. Y se apresuró a decir.

- Señorita la próxima vez que se le ocurra ver el precipicio asegúrese de llevar arnés.

Eva quedó inmóvil. Pensó de que hablaba este hombre, dudó en que si no se había dado cuenta.
Juan, prosiguió con su discurso sin parar, diciendo que las alturas pueda despertar gran curiosidad en las personas, pero son peligrosas.

- Si, gracias. Contesto Eva con vergüenza agachado la cabeza. Y se dirigió rápidamente hacia la puerta de salida

Juan pensó que debía lograr que esa mujer se quedará mas tiempo con él. Varios motivos lo llevaron a pensar eso. Primero, sin duda esa hermosa mujer había intentado quitarse la vida, no debía quedar sola, quizás lo volvería a intentar. Y en segundo lugar, o quizás primero, no estaba tan seguro del orden, el ángel pelirrojo lo había flechado. La quería viva, y la quería en su vida.
Todos esos motivos hicieron que rápido pensará en una excusa, en algo que la detuviera.

-Para, yo te puedo ayudar - dijo Juan

Eva no quería ni mirarlo,  y dijo un casi inentendible - estoy bien. 

- Es que si te gusta la altura yo puedo llevarte, con un arnés a disfrutar de una excelente y segura vista - Juan arremetió.

Eva se quedó callada. No entendía.

- Dele señorita, no tenga miedo, confíe no esta sola - dijo Juan con un tono dulce.

- Es que no estoy preparada, señalando su ropa, igual gracias. Con tono amable.

- Bueno, entonces hagámoslo mejor. Dijo decidido Juan. Te puedo llevar el sábado al edificio Cóndor, tiene 50 pisos, te va a gustar.

-No creó que pueda- Dijo evasiva.
Juan la miró afligido. Ya no sabia como retenerla más.

- Bueno, que lástima - dijo Juan.

Eva sintió que debía decirle algo, que este hombre, sin que ella lo pida, la había salvado. Que seguro estaba diciendo todas esas incoherencias para hacerla sentir mejor.
Sin mucho reflexionar lo miró a los ojos, le extendió la mano y a modo de despedida le dijo -Gracias.
Juan comprendió todo lo que implicaba ese gracias, y al tocar la mano de ella sintió ganas de protegerla con un gran abrazo pero se contuvo.

-Antes que se vaya señorita, ¿Cuál es su nombre? - dijo tímidamente. - Si no le molesta - titubeó.
Eva dudó, el había sido testigo de su intento de suicidio, el podría decirle a alguien, miró nuevamente esos ojos marrones y vio que solo había protección.

- Soy Eva

- Eva, un gusto, yo soy Juan.

Eva caminó los pocos pasos que le quedaban para salir de la azotea, abrió la puerta y se fue.
Juan se quedo inmóvil, dudando si podría haber hecho otra cosa para evitar que Eva se fuera.
Eva volvió al séptimo piso. Se sentó en su escritorio. Y se echó a llorar.


4 comentarios:

  1. Iba a decir que quizás en los próximos capítulos ellos tengan futuro... pero bah... aunque lo tengan tampoco será para siempre, o sea, qué más da?

    ResponderBorrar
  2. Cada vez me convenzo más que el tiempo es sólo una variable para medir las cosas. Es solo cuantitativo, y hay que poner más cualitativo a la vida.

    ResponderBorrar
  3. No lograron comunicarse como los dos deseaban, no lograron expresarlo.
    Y Eva lloró, pero sigue viva. Y eso da alguna oportunidad.
    Besos.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Es verdad. En cuanto a comunicarse, hay tantas formas de hacerlo los silencios, las miradas, todo comunica

      Borrar

Y los que encuentran, comentan