29 de enero de 2023

Polillas

Sacando el polvo que se acumuló en estos lares, hurgando entre las cenizas de lo que alguna vez fui, me encuentro buscando mensajes indescifrables que iluminen el camino que perdí. Imagino, sueño, despierto y me vuelvo a dormir, sueño con algo verdadero que me haga sentir. Deseo que mi cuerpo experimente la electricidad que alguna vez vivi, esas chispas que provocaban que miles de mariposas habiten en mi, fueron ahora desplazadas por polillas y todo se vuelve un poco gris.

30 de noviembre de 2020

En caída libre. Capitulo 4: Sin Motivos.

Capitulo 1: El mundo según Eva
Capitulo 2: El mundo según Juan
Capitulo 3: El encuentro

Eva, no lograba entender el motivo que la llevó a tomar esa decisión. Por que no había sólo un motivo, eran varios, y ninguno al mismo tiempo. Sentía que su vida no tenia sentido, que hacía rato que lo había perdido. Sentía que estaba sola pero no era eso lo que le molestaba en sí, sino que no podía ser libre en su soledad. Y que no había otra salida para escapar.

Nicolás la había engañado, pero no era el engaño el motivo, ni Nicolás. Hacía tiempo que sabía que su relación no era más la de antes. Habían seguido juntos por costumbre pero no había amor ni cariño más en la relación. Cuándo perdió a sus padres Nicolás fue  quién la mantuvo a flote, o al menos eso es lo que el siempre se encargó de asegurarle. Gracias a él tenía el trabajo en la empresa de su familia, gracias a él tenia dónde vivir, gracias a él era una persona. Cada año que pasaba se hacía más fuerte esa creencia, de que ella sin él no era nada. Y el no evitaba discusión para mostrárselo. La había alejado de su grupo de amigos de la universidad por sus celos obsesivos, y ahora era él quién la engañaba.

Pensó que huir era su única salida, pero ya había intentado irse varias veces de esa relación, pero él siempre encontraba la forma de retenerla. Tenia que seguir trabajando en una empresa que no le gustaba ni le interesaba, las veces que había encontrado una oportunidad laboral había sido tildada de oportunista y desagradecida. Tenia que seguir durmiendo al lado de una persona que hacia todo lo posible por hacerla sentir mal, y cada palabra que le decía hasta los halagos eran un insulto o una forma de desmerecerla.  

- Al final viste que cuando querés podes. Le decía Nicolás para decirle que había hecho algo bien, como si fuese una cuestión de "ganas" cuando algo no le salía, que no hacía lo suficiente. Siempre pensando lo peor de ella.

Sus planes habían fallado, seguía respirando, el hombre de la azotea sabía lo que había pasado y tal vez se lo diría a alguien, y Nicolás volvería a decir como tantas veces la vergüenza que era para él. Una inmensa angustia la ahogo, ya ni lágrimas le quedaban. No tenía forma de huir de la situación, sentía que era un callejón sin salida.

Juan, quedó inmóvil por unos minutos en la azotea, sabía que no iba a poder trabajar tranquilo sin asegurarse que Eva este bien, debía buscarla, tenía que lograr conectar con ella, por que en las milésimas de segundo que sus cuerpos se tocaron sintió esa conexión como nunca antes lo había sentido. Por que la amaba, sin saber si la podía amar, pero ya lo hacía.

Pensó ir piso, por piso a buscarla, en algún lugar la iba a encontrar, en algún piso iban a saber de ella. Pero también pensó que si preguntaba por ella podía causarle más problemas que solución. Así que decidió lo que mejor podía hacer en este contexto, comenzar su trabajo piso por piso, ventana por ventana y tratar de ver si en algún momento la veía.

Pasaron varios minutos de realizar su tarea, iba limpiando como todos los lunes, pero prestando atención a quién estaba en cada oficina, nunca se había detenido a pensar en ello, para él lo interesante de su trabajo era la vista para afuera, no justamente la de adentro. Es más siempre pensaba en la pobre gente que trabaja en estos edificios que no hacían otra cosa más que ver hacía adentro de sus pantallas en vez de hacia fuera de sus ventanas. 

Estaba, ya casi desanimado, había ya llegado casi a la mitad del edificio, y no encontraba más que oficinas con gente gris ensimismada en su tarea. Comenzó a dudar si la estrategia era la adecuada, que quizás la mujer se había ido del edificio, o no estaba en una oficina con ventana. Ya no quedaba casi luz para la esperanza cuando la vio, en sí reconoció su roja cabellera, estaba en una silla sentada, de espaldas a la ventana, sola en una pequeña oficina. 

Juan pensó cuantas veces había limpiado esa ventana, y no se había percatado de la belleza que escondía. Entonces ahí descubrió que no tenia segunda parte para su plan, que se había propuesto encontrarla, pero no había pensado que iba hacer luego. Sin pensarlo enjabonó gran parte de la ventana, y escribió "Sos fuerte". Golpeó la ventana. Vio cómo Eva se dio vuelta, y se quedó mirando atónita la ventana sin comprender.

Eva al darse vuelta vio que había escrito algo en la ventana, era Juan, era el morocho que la había salvado, pero no entendía el mensaje, por que estaba puesto del lado de afuera las letras estaban invertidas. Su cara debió trasmitir el problema a Juan, por que este pronto borro el mensaje y escribió con alguna dificultad el mensaje pero ahora de forma correcta para que  ella lo logre entender. Ella lo leyó, y sintió la misma sensación que cuando era pequeña y la mamá le iba a cubrir todas las noches con su manta preferida. Sin pensar, ni poder reaccionar de otra forma, sonrió con sus ojos casi tan rojos como su pelo.

Juan sintió que con esa sonrisa había conquistado el mundo, limpió el mensaje, dejó la ventana tan limpia y reluciente como siempre, y le dio una última mirada, le guiño un ojo, y siguió bajando. Sintió que había logrado su misión, que más tiempo hubiese sido una invasión.

Eva se quedó mirando la situación como si fuese un espectador externo, vio como este Ángel la había salvado en la azotea y  también abajo en su oficina , y le había aportado luz a tanta oscuridad. Le brindó lo que más necesitaba: confianza para seguir.

25 de noviembre de 2020

Ideas sin acomodar

Llueve. Afuera y quizás adentro también. Tal vez por este motivo u otro pero no me puedo  volver a dormir. Truena, se oye feroz la lluvia violenta que llega sin permiso en esta noche gris a recordarme que no estas aquí. 

21 de noviembre de 2020

En caída Libre. Capitulo 3: El encuentro.

Capítulos anteriores: Aquí

Eva se separó bruscamente, se incorporó y acomodó su vestido.
Juan se quedo inmóvil boca arriba viendo la situación. No lograba ver los rasgos de Eva ya que el sol le daba directo a los ojos.
Por el contrario Eva pudo observar a Juan. Un atractivo desaliñado morocho de ojos cafés. Se notaba que era un hombre de trabajo, su musculosa dejaba en descubierto sus fuertes brazos.
Por su parte Juan, sintió la mirada inquisidora de Eva. Se incorporó rápidamente. Y la vio, detenidamente por primera vez. Eva tenia el pelo rojizo, prolijamente recogido en un rodete. Su vestido era blanco, pulcro. Tenia pecas, que su prolijo maquillaje no había logrado ocultar. Los ojos quizás era lo que mas le llamaron la atención. No solo por el hermoso color verde de los mismos, sino por la mirada triste que los enmarcaba.
Eva entendió que no sólo no había logrado su cometido, sino que había quedado un testigo en la escena. Pronto sintió vergüenza, alguien lo sabía. Juan pudo ver en los ojos de Eva todos estos sentimientos. Y se apresuró a decir.

- Señorita la próxima vez que se le ocurra ver el precipicio asegúrese de llevar arnés.

Eva quedó inmóvil. Pensó de que hablaba este hombre, dudó en que si no se había dado cuenta.
Juan, prosiguió con su discurso sin parar, diciendo que las alturas pueda despertar gran curiosidad en las personas, pero son peligrosas.

- Si, gracias. Contesto Eva con vergüenza agachado la cabeza. Y se dirigió rápidamente hacia la puerta de salida

Juan pensó que debía lograr que esa mujer se quedará mas tiempo con él. Varios motivos lo llevaron a pensar eso. Primero, sin duda esa hermosa mujer había intentado quitarse la vida, no debía quedar sola, quizás lo volvería a intentar. Y en segundo lugar, o quizás primero, no estaba tan seguro del orden, el ángel pelirrojo lo había flechado. La quería viva, y la quería en su vida.
Todos esos motivos hicieron que rápido pensará en una excusa, en algo que la detuviera.

-Para, yo te puedo ayudar - dijo Juan

Eva no quería ni mirarlo,  y dijo un casi inentendible - estoy bien. 

- Es que si te gusta la altura yo puedo llevarte, con un arnés a disfrutar de una excelente y segura vista - Juan arremetió.

Eva se quedó callada. No entendía.

- Dele señorita, no tenga miedo, confíe no esta sola - dijo Juan con un tono dulce.

- Es que no estoy preparada, señalando su ropa, igual gracias. Con tono amable.

- Bueno, entonces hagámoslo mejor. Dijo decidido Juan. Te puedo llevar el sábado al edificio Cóndor, tiene 50 pisos, te va a gustar.

-No creó que pueda- Dijo evasiva.
Juan la miró afligido. Ya no sabia como retenerla más.

- Bueno, que lástima - dijo Juan.

Eva sintió que debía decirle algo, que este hombre, sin que ella lo pida, la había salvado. Que seguro estaba diciendo todas esas incoherencias para hacerla sentir mejor.
Sin mucho reflexionar lo miró a los ojos, le extendió la mano y a modo de despedida le dijo -Gracias.
Juan comprendió todo lo que implicaba ese gracias, y al tocar la mano de ella sintió ganas de protegerla con un gran abrazo pero se contuvo.

-Antes que se vaya señorita, ¿Cuál es su nombre? - dijo tímidamente. - Si no le molesta - titubeó.
Eva dudó, el había sido testigo de su intento de suicidio, el podría decirle a alguien, miró nuevamente esos ojos marrones y vio que solo había protección.

- Soy Eva

- Eva, un gusto, yo soy Juan.

Eva caminó los pocos pasos que le quedaban para salir de la azotea, abrió la puerta y se fue.
Juan se quedo inmóvil, dudando si podría haber hecho otra cosa para evitar que Eva se fuera.
Eva volvió al séptimo piso. Se sentó en su escritorio. Y se echó a llorar.


19 de noviembre de 2020

Pedido Perdido.

Déjame un rato sola, pero después venime a buscar, aunque pareciese que no te necesito y que no te espero, no siempre es verdad. Quizás me es difícil demostrar mi vulnerabilidad, mis cicatrices dejaron de sangrar pero están. Pregúntame ¿Cómo estás? pero de verdad, con el tiempo para escuchar la respuesta que quizás no quieras escuchar, y con la predisposición para entender los silencios que decido dejar. Abrázame aunque no logres llenar el abismo de mi soledad.

18 de noviembre de 2020

Un recuerdo

Creo que no lo conté, en el año 1997, o por ahí, estaba cursando segundo año del secundario. Como siempre me veía fea y gorda. Viendo fotos a la distancia, realmente no era una niña flaca, nunca lo seré, ya que mi contextura y altura es de una persona grandota pero estaba bien. Tendría como mucho unos 5 kilos arriba de mi peso, pero yo pensaba que eran 50. Tenia el pelo largo castaño hasta la cintura, una cara de niña, y una altura de grande (1.70). Lo que es la vida, cuando uno esta en su mejor momento y no lo sabe... cuando todo se va a poner peor.

Estaba en el aula, unos compañeros estaban discutiendo entre ellos, se insultaban y atacaban verbalmente, y uno de ellos paso el insulto entre ellos hacia uno para mi. Algo así como, uno le dijo "bola de boliche", y el otro le dijo "Ah no, como le vas a decir eso a ella". Así, gratuitamente, sin que yo hubiese hecho algo para merecerlo. En ese momento, creo que no pude decir mucho, solo me fui y me puse a llorar. El profesor de dibujo que estaba en aula y vio la situación me fue a buscar para tranquilizar.

No recuerdo bien cuales fueron sus palabras exactas, yo no podía parar de llorar no tanto por el insulto sino por lo gratuito del mismo. Recuerdo, que dijo que ellos eran muy inmaduros para lograr ver lo linda que era, que ya iban a madurar y yo iba a poder elegir.... No sé si sirvió en ese momento, y tampoco fue real a la distancia. Pero viendo fotos de ese momento realmente a esa chica le hubiese dicho lo mismo, quizás si me lo hubiese dicho yo misma el efecto hubiese sido otro. 

6 de mayo de 2020

Horóscopo

Mayo: vas a tener un viaje a tu interior. Logrando descubrir nuevas formas de pasar el tiempo.
Vas a entender que lo esencial es el buen aliento, sobre todo en estas épocas de  barbijo.